Llegué por Caro y Karla.
Se siente la ausencia de las que ya se fueron. Toman sus tapetes azules y se acomodan para la sesión. Hoy están contentas, tranquilas, receptivas.
Di la sesión con el apoyo de Caro y Karla, dos morras que se han convertido en una necesidad inigualable. Hoy compartí con las morras parte de mi historia, mis experiencias. Les llevé algunos textos míos; desde hace semanas se los había prometido.
Me escucharon con la misma cara que quizá yo hago cuando las escucho a ellas. Me leyeron, y digo me leyeron con todo lo que la palabra conlleva.
En el ejercicio de hoy escribieron sobre algún momento, situación o anecdota de su pasado que les dejó huella de alguna manera.
Los textos fueron fuertes, conmovedores, escribieron mucho. Mucho.
Las tres salimos en silencio. El carro con las ventanas cerradas aumentó el encierro de nuestras palabras.
Esta noche el corazón chiquito.
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